Marzo
del año 2020 se convertirá en un mes que no podré olvidar, debido a la
suspensión de clases en casi todo el mundo, una consecuencia del COVID-19.
Donde el pánico colectivo en mi ciudad no se hizo esperar, sin mencionar que
hace dos semanas cualquier persona portadora de un cubrebocas era motivo de
burla. Al paso de los días la burla acompañada de un estrés generado por el
confinamiento llenó las redes sociales de diversas opiniones, unas demasiado
extremas hasta rayar en lo ridículo.
El
rol de las escuelas y docentes frente a un problema al cual no están
preparados. Este punto lo hablé con diferentes docentes e incluso amigos en el
cual la mayoría de los maestros me expresaba sus inconformidades, problemas con
el manejo de las aplicaciones o el combinar su vida laboral con la personal y
no estar completamente adaptados para esta situación. En cambio, algunos amigos
me relataban anécdotas bochornosas de sus clases en línea, autonombrándose
héroes por jugarle una “broma” a sus docentes. Esto último muy reflejado en
redes, desde memes a videos con un humor muy ácido.
¿Por
qué sucede esto? ¿Acaso la educación se ha convertido en un meme de turno?, ¿Es
la misma sociedad quien encuentra fallas en el sistema educativo y hace burla
de esto?, ¿somos la burla de un sistema educativo? ¿O son las redes que se han convertido en
zonas donde afloran las opiniones reprimidas? El lugar en el que la opinión
diferente tiene su propio botón llamado “bloquear”, donde se ayuda a la madurez
mental y crecimiento propio, un incremento a la filosofía de banqueta.
Es
muy complejo comprender las opiniones ajenas, todo un fenómeno de la otredad, seguido
de soluciones fáciles a problemas graves. Todo lo que sucede: tener que estar
aislados y muchas personas obligadas a cambiar su rutina de un día a otro. Las
emociones influyen mucho sobre el pensamiento y más cuando se ven forzados a
estar en su propia burbuja.
La
educación cambia poco a poco y se adapta a la sociedad conforme esta la
necesite, pero con un problema tan grave y que exige un cambio repentino y de
buena calidad, es obvio notar todas estas problemáticas y más una que arrastra
los problemas de años pasados. Es imposible resolverlos de un día a otro.
No
olvidemos que los maestros son personas con errores y problemas, ante
situaciones extremas, son parte de la incertidumbre, de cara a lo inesperado.
De alguna forma las instituciones esperan que los docentes brinden una
educación adecuada para los estudiantes, sólo un problema más, ya que no hay
capacitación para todo esto y menos de una forma muy rápida. Ni siquiera las
escuelas en línea están preparadas para tener una educación completa, ahora
escuelas sin preparación tienen que afrontar lo inesperado y de alguna forma
dar un cambio mediante conocimientos previamente adquiridos.
Para
esto como estudiantes o docentes debemos estar de acuerdo ante este caos, donde
las instituciones educativas cierran; además de lugares de trabajo, muchas
personas no cuentan con el conocimiento sobre el manejo de estas redes o no
tienen las herramientas necesarias para seguir el paso con las clases en línea.
Por otro lado, aún hay personas muy ancladas al sistema educativo de antes de
la pandemia, una visión muy nublada, donde no se toma en cuenta el punto de
vista grave de una sociedad con incertidumbre. Un problema que no se quiere ver
o no se sabe cómo continuar, dedicados únicamente a resolver con números
distractores.
La
educación en esta pandemia es muy compleja y, como dije anteriormente, nada
fácil de analizar; sumamos las redes sociales donde en cada rincón de ellas hay
un sinfín de opiniones de cómo debe ser la educación en estos tiempos, no se
cuestiona la opinión sino la perspectiva vista desde el “yo”; no se preguntan
el porqué de la otra persona, simplemente una falta de empatía. Acá no se puede
sufrir porque “yo” estoy sufriendo más que tú.
Lo
anterior me trae a un punto o más bien a una idea de muchos y muy vista en
redes sociales sobre la cuarentena. “Este tiempo es para aprovecharlo y salir
con un libro leído o alguna habilidad nueva” porque es el momento indicado para
hacer de nosotros alguien distinto, salir más fuertes, más listos, más disciplinados
y ser un “súper hombre”, porque el punto fundamental de la cuarentena siempre
fue ese y no el mantenerse sano de salud.
Entiendo
que para muchos la situación vivida sea como estar en cursos de verano, pero
hay personas que lo ven completamente diferente: unas con el home office, otros
tantos que prefieren pasar el tiempo con actividades agradables para ellos y
muchas más aún con proyectos pendientes de la escuela. Idea que te obliga a
trabajar después de trabajar, a ser productivo y esforzar lo más que se pueda
al cuerpo sin medir las consecuencias de la salud mental. El poner la
productividad sobre todo es un enfoque erróneo al igual que la disciplina,
ambas requieren del conocimiento sobre nuestros límites y necesidades.
Para
nadie es fácil estar encerrado y menos con la idea de cumplir retos como si se
tratara de una competencia, por más gente que haya dicho que no puedes sufrir
porque el otro sufre más que tú o si no sales de la cuarentena con una nueva
habilidad, es ridículo y no tiene nada de empatía.
Hasta
este momento no trato de satirizar las ideas anteriores que muchos tienen al
respecto, es sólo otro punto de vista más y con respecto a los memes o bromas,
se dice que para los menos favorecidos, la comedia y el humor
siempre ha formado parte de la vida, de nosotros mismos, es una herramienta
necesaria para llevar o afrontar problemáticas. Una herramienta poco seria para
personas moralistas, porque qué haríamos sin ustedes en esta situación,
personas comentando que hacer y cómo hacerlo o cómo comportarnos ante
diferentes situaciones sin importar las consecuencias, personas que realmente
saben lo “bueno y malo” de las cosas y saben más de la vida.
Una
de las enseñanzas de la cuarentena es que no somos tan independientes como se
pensaba, dependemos de una cantidad increíble de personas, hasta probablemente
la más “insignificante”, además que es tanta nuestra ignorancia y la presumimos
mediante juicios a la sociedad, es demasiado nuestro valor moral que decidimos
quién realmente sufre y quién no.
Estamos tan perdidos en nuestra rutina que
olvidamos lo más esencial, somos humanos comunes y corrientes, hay cosas
peligrosas en la vida, pero resulta difícil el cambio. No es que este
comentario busque que se dejen de hacer las cosas de un día a otro, ni se
menciona esto para transformar, es mera especulación y para muchos sin bases ni
sentido.
¿Qué
va a pasar el día de mañana? La respuesta a esta pregunta junto a las demás las
desconozco, pero la realidad y sin caer en el caos es que hay reglas para
seguir, por el momento son las redes sociales en las que podemos expresarnos en
tiempos de pandemia, son ellas la salida de unos cuantos privilegiados, aunque
siendo sinceros ya la era antes de la pandemia y seguirá así. En cuanto a la
sociedad que intenta distraerse con cosas poco banales y probablemente a ojos
de muchos sería un desperdicio de tiempo, es importante mencionarles que
incluso en épocas más apocalípticas, la gente necesitó e hizo tanto como pudo
en medio de lo peor, poder bailar, comer un dulce, cosas sin importancia, al
final de todo somos humanos, no maquinas, buscamos la banalidad en la necesidad
y viceversa.
Vivimos
tiempos extraordinarios, queremos que los eventos recientes nos den un sentido
y una trascendencia histórica especial. El verdadero apocalipsis que esperan
muchos para esta humanidad o sistema. Al mismo tiempo se desea que este evento
no cambie las cosas, se piensa que sólo será una pausa, pero no cambiará el
estatus una vez que tenga su fin. Atrapados en nuestro aislamiento a la espera,
incluso atrapados en este pensamiento, el mismo que dice “a buenas personas les
pasan cosas buenas”; donde la realidad es diferente, una realidad que te golpea
de un día a otro, sin distinguir entre “buenos y malos”. No buscamos la
historia, sino la estamos construyendo nosotros mismos con pensamientos sacados
de un mundo sin sentido.
El saber cosas, conocerlas, aprenderlas
requieren un esfuerzo, requieren de crítica, experimentación, ver desde otro
punto de vista y no quedar en una burbuja donde todo lo que opinamos sea una
verdad absoluta o ser demasiado maduros para bloquear a personas con diferentes
opiniones, el simple hecho de estar en contra de la opinión tuya no significa
que estoy en contra tuya, hacia tu persona. Tampoco es sólo el comentar cierto
tema de actualidad desde un punto en el que no lo vives, porque hay mucha gente
ahí afuera con ideas de ser especiales, con el conocimiento y sabiduría
necesarios para que de alguna forma piensen que son los elegidos, los
protagonistas de la vida. Para después darse de topes con la dura realidad.
El
tema de la pandemia y la educación es demasiado complejo, con muchos puntos de
vista a tratar, pero con todo esto no busco ser el intelectual de banqueta de
turno, este trabajo sólo tiene un fin en específico. Y la reflexión a todas
estas problemáticas tratadas es no caer en ideas extremistas, obvio acá cada
uno es libre de opinar lo que quiere y dar su propia interpretación a las cosas
conforme su perspectiva lo permita.
Me
despido con la frase que dice “la verdadera pandemia es: (inserte aquí el tema al
que a nadie le importa, pero muy relevante para usted)”.